Envidias y celos entre fotógrafos

Vamos a ver.

¿Sabías que, mientras tú estás pensando si tirarte o no a la piscina, alguien más está afilando el hacha para cortarte la escalera?

Sí, amigo. En la fotografía (como en la vida), la competencia no es de rosas y abrazos. Aquí lo que abunda son las comparaciones, los likes ajenos que te sabe peor dar, y esa dosis extra de envidia bien disimulada con sonrisas para la galería.

En el mundillo creativo, si triunfas, vas a molestar. Y si no triunfas, lo mismo, pero desde otro ángulo.

Pero ¿sabes qué?
La envidia ajena solo refleja una cosa: que tú estás jugando al nivel que otros desearían.

Piensa en las redes sociales. Esa pantalla brillante que convierte cualquier amanecer mediocre en una obra maestra de color y emoción (benditos filtros). A veces, mirar el trabajo de otra fotógrafa puede darte la misma sensación que cuando ves a esa vecina que siempre baja con tacones a tirar la basura.

Perfecto. Es un espejo en el que mirar tus inseguridades, una invitación camuflada para decirte: «Sé más de lo que eres, pero desde donde estás.»

Porque, seamos sinceros, la rivalidad a menudo no está fuera. Está en nosotros mismos.

Ahora, voy al grano.

La clave no está en cuántos seguidores tiene otro ni en si esa tal “fulanito fotógrafa” hace sesiones en paraísos o lleva un equipo mejor.

La clave está en ti.

En las sensaciones que eres capaz de despertar.
En esos escalofríos de piel que no se consiguen ni con el mejor Photoshop.

Así que deja de mirar las estadísticas.

O el trabajo ajeno.

Lo importante no es lo que dicen los demás. Es cómo te sientes contigo.

¿No crees que ya va siendo hora de reconectar contigo mismo?

Haz algo que sea solo para ti.

Tú decides si das el paso o sigues subiendo la escalera con miedo.

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